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A veces mi esposito tiene dificultad para manejar el estrés y la presión. Un cambio en su rutina o el andar muy encarrerado lo pone bajo tal estado de nerviosismo, que prefiere evitar a toda costa situaciones que puedan desencadenar este malestar. Con los años ha aprendido a vivir de tal manera que ahora su vida es mucho más relajada, aún en medio del trajín diario del trabajo, las presas, las cuentas por pagar, y muchas otras “molestias” que forman parte de nuestra vida cotidiana.
De paso me ha enseñado mucho. Yo tiendo a andar siempre en carrera, toda estresada, me preocupo por cosas que no puedo solucionar, talvez estoy a punto de salir de la casa con buen tiempo y decido hacer “una última cosa” antes de salir, lo cual provoca que llegue tarde a donde voy, dejo todo para última hora, comienzo un proyecto y lo dejo a medias. O en otras ocasiones me autoasigno tareas innecesarias, o no proritarias, o que no me dan completa satisfacción (seguir un curso para entender mejor el Antiguo Testamento, escribir un diario, limpiar-con-cepillito-de-dientes-todas-y-cada-una-de-las-orillitas-del-piso). Todo esto me hace sentir enojo conmigo misma, y me he dado cuenta de que, por estar enfocándome en las cosas equivocadas, no me queda tiempo para hacer lo que sí disfruto, lo que sí me llena, lo que me hace crecer como persona. Mi esposito me ha enseñado que MENOS ES MÁS.
- Menos compromisos: Cada día tiene invariablemente 24 horas. Al ser nuestro tiempo limitado, debemos ser cuidadosos con respecto a cuáles actividades nos comprometemos. El tener la agenda demasiado llena de compromisos aumenta nuestro nivel de estrés, así que hay que balancear muy bien los beneficios y los aspectos negativos de alguna actividad o cita que aceptemos.
- Menos distracciones: Me ha pasado que decido sentarme a escribir un artículo, pero en lugar de abrir el procesador de texto, abro el Facebook, y cuando me doy cuenta me he pasado una hora entera viendo que “XY comentó en su estatus”, “a YZ le gusta esta foto”, “AB te mandó una solicitud para Farmville”. O cuántos de nosotros vemos las noticias en la mañana, llegamos a la oficina y leemos al menos dos periódicos, luego a medio día vemos otra vez las noticias, y en la noche otra vez! He decidido eliminar las suscripciones a boletines que no me provocan ganas de leerlos, dejar de seguir blogs que no encuentro inspiradores la mayoría de las veces, y esconder las notificaciones de muchas páginas de Facebook innecesarias o hasta quitar “amigos” que son más bien conocidos de alguna vez y con los que ya no tengo relación alguna.
- Menos gastos: Una de las lecciones que más me ha costado aprender en la vida es que tener un poquito de plata ahorrada (por poquita que sea), da una sensación de seguridad indescriptible. No siempre es fácil reducir nuestros gastos, y en muchas ocasiones implica trabajo y esfuerzo extra (como dejar de pedir pizza y cocinar una comida casera), pero el sentir que tenemos un poquito de dinero ahorrado, de verdad vale la pena.
- Menos cosas: Entre más cosas tengamos, más tiempo y dinero debemos invertir en mantenerlas. Si tienes un mueble lleno de adornitos que se ensucian terriblemente y que te toma un día entero limpiar, sería bueno que pienses si no sería mejor eliminarlos. Antes de comprar algo nuevo, pregúntate: “De verdad necesito esto?”, “qué tanto agregará o quitará a mi vida?”