NOTA PREVIA: antes de leer este artículo, por favor toma nota de que no estoy en contra de esforzarse o trabajar por hacer del hogar un mejor lugar cada día. Pienso que nuestro deber como seres humanos es hacer el bien a otros, sean los miembros de tu familia, amigos, familiares, vecinos, compañeros, conocidos o desconocidos. Pero a veces necesitamos unas cuantas palabras de empatía, para perdonarnos a nosotras mismas, y para poder seguir dando lo mejor de nosotras. Este artículo son esas palabras de empatía.
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Alguna vez te ha pasado que visitas a alguna amiga o familiar, y apenas entras comienza a decirte que disculpes el “desorden”, aunque su casa esté impecable? Talvez tú misma lo haces, por costumbre, o porque en realidad tu casa está hecha un desastre. Te ha pasado? Bueno, pues a mí sí.
Pero he decidido dejar de disculparme. Porque es una de las muchas formas que toma nuestro YO criticón para decirnos que, no importa qué tanto nos esforcemos, nunca será suficiente.
Me puse a pensar que cuando visito a alguien no es para fijarme en qué estado de limpieza y pulcritud tiene su casa, sino para disfrutar de su compañía. Qué importa si hay juguetes tirados, si las paredes están sucias, si el perro está echado en el sillón? Quién soy yo para juzgar a mi amiga, que trabaja fuera de casa, que tiene niños que atender, que ha estado enferma, o que simplemente quiere descansar o jugar con los niños en lugar de hacer las labores domésticas? Qué importa su casa? La quiero como es, me encanta estar con ella, y hablar con ella, y reírme con ella.
Y qué pasa si esta amiga hipotética de la que hablo… soy yo? Y qué pasa si tú también te identificas con ella en algún momento? Te gustaría que alguien llegara a tu casa sólo a fijarse si la tienes perfecta? Eso pensé, a mí tampoco me gustaría.
Mi casa no está nunca impecable. Mis amigas que adoro pueden dar fe de ello. Pero me encanta que vengan, me encanta compartir con ellas, que traigan a los chiquillos y saquen juguetes y se diviertan. Y ya no pienso disculparme más por el estado caótico en el cual casi siempre está, porque sé que a ellas no les importa.