A todas nos gusta (o al menos “nos gustaría”) que nuestra casa esté limpia, ordenada, y organizada, que no haya cosas tiradas, que no haya polvo. Y muchas veces tenemos la mejor de las intenciones, y nos decidimos a limpiarlo todo muy bien, ordenar todo, sacudir cada superficie, y dejar la casa lista para que nadie viva en ella nunca más para que se mantenga perfecta.
Pero, resulta que la casa es para vivir, y pese a nuestros deseos de que nadie se mueva, que nadie toque nada, que no se sienten en ninguna parte, y que no ensucien ni un vaso, la vida sigue su curso. Y casi que en un abrir y cerrar de ojos, lo que acabábamos de limpiar está sucio otra vez.
Las dos hermanastras feas de Cenicienta se confabulan contra ella
Aquí hay dos culpables muy evidentes, dos hermanas que trabajan durísimo para que nuestros mejores esfuerzos por mantener la casa limpia y ordenada se vayan por el caño.
Ellas son: Inconsistencia y Perfección
La inconsistencia es aquella que nos susurra al oído que para qué vas a barrer hoy, que es mejor hacerlo “luego”… Andá y ve un ratito tele mejor.
Entonces, la semana sin limpiar rápidamente se convierte en dos, y luego en un mes, y ahí seguimos. Y cuando nos damos cuenta, todos los lugares de la casa están del asco.
Precisamente lo que me pasó el mes pasado
Desde octubre estaba trabajando en el Planificador. Supuestamente “con tiempo”.
Luego una cosa y otra, y llegó el 1º de diciembre, y todavía no lograba tenerlo listo para la venta.
Entonces ni modo, hubo que poner manos a la obra al Planificador. Lo cual me llevó bastante tiempo, dada la remodelada que le di respecto al del año pasado.
Cada día, luego del trabajo, llegaba a la casa, hacía algo para almorzar, medio limpiaba la cocina, y a trabajar, hasta altas horas de la noche.
Y no olvidemos que esto fue en diciembre… Con todo y su estrés normal.
Con los fines de semana ocupados, y todos los días entre semana trabajando a mil por hora, digamos que me quedaba CERO tiempo para limpiar la casa.
Mi esposo y mi hijo hacían ciertas cosas, como lavar los platos y la ropa. Pero todo lo demás quedó en pausa.
Para no cansarte, recibí el año con la casa vuelta para el techo. Pero ni modo, el domingo pasado hubo que hacer limpieza general, desde baños hasta roperos, y ahora sí, lo que toca es mantener.
Ahora, la señorita Perfección es otra historia
Muchas personas son perfeccionistas en diversas áreas: trabajo, estudio, hasta a la hora de ponerse el maquillaje, u ordenar un anaquel.
Lo cual no es malo. El perfeccionismo en sí no es malo.
Pero, cuando yo dejo de hacer cosas porque por alguna razón (tiempo, recursos, conocimiento) no las puedo hacer perfectas, ahí es cuando se me enreda la cosa.
La señorita Perfección nos dice que sólo tenemos 5 minutos, no vale la pena doblar algunas prendas de ropa de las que están en el sofá desde hace un mes, porque sólo tenemos 5 minutos, y en 5 minutos no vamos a terminar de doblar tooooooda la montaña gigante de ropa.
La señorita Perfección es la que nos hace creer que es mejor no hacer algo, a hacerlo a medias o poco a poco.
Estas dos hermanastras siempre van juntas
Una no sobrevive sin la otra. Cuando atacamos a una de ellas, la otra inevitablemente se va debilitando. Y cuando decidimos atacarlas a las dos al mismo tiempo, ahí es cuando vamos a encontrar tranquilidad a la hora de llevar el trabajo de la casa.
No podemos dejarnos una, y deshacernos de la otra.
Si queremos deshacernos de la perfección, pero continuamos siendo inconsistentes, la casa no camina. Nos veremos haciendo maratones de limpieza de 12 horas, sacudiendo y ordenando, tallando y restregando hasta que se nos cierren los ojos y nos tiemblen las manos.
Si en cambio queremos deshacernos de la inconsistencia, pero seguimos buscando la perfección, la que va a sufrir no será la casa, sino nosotras. Nos viene la frustración, el sentimiento de desespero, la sensación de que nuestros esfuerzos son inútiles.
A atacar a esas feas hermanastras!
Cómo sacar a esas horribles visitantes de nuestra mente? En lo que al trabajo del hogar respecta, es mejor hacer algo a medias, que no hacerlo del todo. Y si hacemos las tareas con la consistencia adecuada, aunque sea “medio mal hechas”, a las pocas semanas se irán haciendo más fáciles, y nos volveremos más eficientes a la hora de hacerlas.
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El Planificador de Mi Casa Organizada te ayuda exactamente a erradicar tanto la inconsistencia como la perfección. Todas las semanas, el Planificador te presenta las tareas más importantes, en orden de prioridad, y además, están divididas en pasos pequeños, lo cual reforzará en tu mente la idea de que es mejor hacer un poquito, antes que no hacer nada.
El Planificador es una excelente herramienta, si continuamente te sientes abrumada con las tareas del hogar, si no sabes por dónde comenzar, si no tienes tiempo para hacer siquiera las cosas mínimas en tu casa, si vives en un caos perenne de platos sucios, ropa tirada y pisos sin barrer. Créeme, yo también he pasado por toooodo eso, y por eso precisamente fue que creé el Planificador, porque sé que funciona.
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Ahora te toca a ti
Qué lugar ocupan la perfección y la inconsistencia en tu vida? Las alimentas a diario, o por el contrario, quieres sacarlas de tu vida? Comenta!
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