Para algunas personas, el acto de organizar, ordenar, clasificar, decidir qué se queda y qué se regala o se desecha, es algo muy fácil, les viene como por naturaleza.
Otras personas tenemos que aprenderlo, muchas veces a fuerza de prueba y error.
Y es durante ese proceso de prueba y error que nos desmotivamos, parece que damos un paso adelante y diez atrás, y por más que hagamos, la cosa como que no nos sale, como que no fluye, no se siente tan fácil.
De pronto nos encontramos con un recuerdo de la niñez, como unos zapatitos de bebé, y comenzamos a recordar, y a soñar y a imaginar, qué lindo sería tener nuestra casa decorada con esos zapatitos, en una cajita “como esas que a veces veo en Pinterest”, y entonces dejamos todo botado, bolsas y cajas y todo, y nos vamos con los zapatitos a la computadora a ver ideas en Pinterest.
Y 2 horas después, todavía estamos ahí buscando ideas, y el desorden igual como lo dejamos.
Cero avance!
Es por eso que necesitamos prepararnos para la batalla! Sabiendo cuáles van a ser los “puntos de ataque”, cuando lleguemos a ellos estaremos mucho mejor preparadas y podremos librar al enemigo.
Veamos cuáles obstáculos se nos presentan a la hora de organizar:
1. Tener todo en la cabeza
El hecho de escribir nuestro plan, de escribir las tareas necesarias para completar un proyecto, nos ayuda a varias cosas:
- La idea se convierte en una acción real, no sólo en aquello que tenía pensado hacer cuando tenga tiempo, sino que ya lo tengo al frente, ahora mejor me pongo a hacer estas cosas.
- Nos ayuda a recordar las tareas que tenemos que hacer.
- Podemos ver nuestro plan como un todo y ponerle un poco de orden. Podemos ver qué pasos deben ir primero (“sacar la ropa manchada y rota del ropero”), y cuáles deben ir después (“colgar de nuevo la ropa en las perchas / ganchos”).
- Nos permite ver cuáles pasos faltan en nuestro plan, y qué es necesario realizar para poder completarlos. Por ejemplo, primero debo eliminar la ropa rota y manchada, luego revisar los ganchos o perchas y ver si me faltan o más bien me sobran, y si me faltan, calcular cuántos necesito comprar.
2. No disponer de las herramientas adecuadas
En casa usamos una canasta metálica que ponemos en el baño para colocar ahí la ropa sucia. Por las mañanas, alguno de todos la baja al cuarto de lavado para hacer la clasificación de la ropa, y luego durante el día se vuelve a subir. Pero a veces pasa que la canasta queda en la planta baja, y entonces es inevitable que la ropa sucia se coloque en el suelo, exactamente en el lugar donde va la canasta, pero en el suelo. Entonces se desparrama por todos lados, llega el perro y se acuesta a dormir en ella, y todo se vuelve un desastre. Cosa que se habría evitado con sólo poner la canasta de nuevo en su lugar, pero así es la vida.
También se me ocurre por ejemplo esos organizadores de aretes, esos que son como una lámina plástica o metálica con huequitos (hoyitos), en los cuales se “incrustan” los aretes y se prensan con su prensita por detrás. Pero QUIÉN TIENE TIEMPO PARA ESO??? Yo lo he intentado, y francamente termino usando los mismos dos pares de aretes, y al final del día simplemente los pongo en un baulito que tengo en el baño, y se acabó el asunto.
3. Estimar muy poco tiempo para completar un gran proyecto
Aquí yo, levantando la mano como primera culpable. Está uno todo tranquilo un sábado, cuando de repente lo pica el bicho de la organización, y comenzamos a sacar chunches. Y llega la hora del almuerzo y estamos todavía en bata, parece que estamos de mudanza, y ni esperanzas de almuerzo. A como podemos hacemos algo rápido de almuerzo y seguimos trabajando, y llega la hora de la cena y el desastre está cada vez peor. Y aunque trabajamos todo el domingo tratando de reacomodar el desorden que hicimos, no nos da tiempo, y por meses y meses quedan cajas y bolsas en la sala porque “este fin de semana termino”.
4. Permitir que nos ganen las buenas intenciones
Nadie está diciendo que no haya que reciclar, o reutilizar, o que deberíamos donar la ropa a alguna institución donde se la den a alguien que la necesite. Pero si estas buenas intenciones interfieren con nuestro objetivo de organización finalizado, mejor será que las dejemos de lado. Todo esto está muy bien, hay que ayudar al planeta, hay que ayudar a otras personas, pero principalmente y por encima de todo, debemos cuidar de nosotras mismas y de nuestra familia y proveerle (y proveernos) de un lugar adecuado para vivir.
5. Darle cabida al perfeccionismo
La gran web, con sus fotos Pinterest-perfectas e Instagram-fantásticas, tiene mucha culpa de que las expectativas que tengamos de nuestra casa, nuestras posesiones, incluso de nuestras facultades como administradoras del hogar sean casi imposibles de alcanzar. La casa perfecta no existe. A menos de que sea una casa como de museo, donde nadie vive. No dejes que el perfeccionismo te separe de tus objetivos de organización. Recordemos que es mejor algo hecho de manera imperfecta, que algo sin hacer, y la organización de la casa no es la excepción. Para organizar no es necesario ordenar todos los DVD’s en orden alfabético o por tipo de película (terror, romance…). Tampoco necesitamos reacomodar la ropa por color, las latas por orden de tamaño, o los limpiadores por fecha de expiración. No hace falta tener cajitas coordinadas, un gabinete de archivo con carpetas de todos los colores del arcoiris, ni un “organizador” para cada objeto de la casa. Basta con algunas divisiones para los cajones, recipientes adecuados que podemos recolectar de otras partes de la casa, o incluso soluciones temporales, como cajas de cartón para guardar cosas, o vasos de la cocina para poner lápices en el escritorio. El asunto es progresar, sin dejar que un pequeño problema que se puede pasar por alto, o solucionar fácilmente, nos echen atrás.
Estos son algunos obstáculos que podrías encontrar a la hora de realizar un proyecto de organización. No dejes que te ganen la batalla contra el desorden. Tú puedes contra ellos!