El primer miércoles del mes casi siempre es día de ir a hacer la compra “grande” al supermercado. Trato de evitar los días de fin de semana, porque esos días hay más gente. Y los miércoles, resulta que en uno de los supermercados cercanos a mi casa a veces tienen ofertas buenas.
Luego de hacer las compras, lo normal es que mi hijo descargue el carro y guarde todo en la despensa/alacena.
Pero, como típico adolescente, entre más rápido termine, mejor. Así que pone poco cuidado al acomodo de paquetes, latas y envases.
Cosa que a mí me vuelve loca.
Me volvió loca el miércoles. Luego el jueves, y el viernes.
El sábado, cuando estaba preparando el desayuno, decidí que ya era suficiente locura, y en cuanto terminamos de desayunar puse manos a la obra, para ordenar mi despensa.
Nuestra despensa no es un mueble, sino un pequeño aposento junto a la cocina, al cual mi esposo le puso repisas o rejillas de metal, de esas que se usan en los closets/roperos, y ahí se guardan todos los abarrotes, además de electrodomésticos y otras cosas.
Así que bueno. Primero, como es obvio, me dije “esto es algo que tengo que compartir con mis Organizadas”, así que fui a traer mi teléfono para tomar muchas fotos.
La primera foto fue la del reloj de la cocina, y me puse como meta hacer lo que pudiera en una hora, y detenerme cuando esa hora hubiera pasado.
Luego, a hacer el “recuento de los daños”.
Primero el piso, al lado izquierdo de la puerta:
Ese mismo sector, un poquito más arriba:
Y ahí mismo, los dos anaqueles superiores:
Luego el sector del centro, abajo:
El centro, al centro:
Y el anaquel superior, en el área del centro:
A la derecha no tomé foto de “antes” porque sólo estaba el basurero. Pero más adelante lo podrás ver.
Ok… respiremos…
Cómo le entra uno a esto?
Lo primero sería “la basura”. Pero no había basura evidente, así que saqué primero los cartones de huevos, que van para el reciclaje, y los paños de cocina, que había que lavarlos. Directamente al cuarto de lavado. Estas dos cosas eran lo más obvio, por ende lo más fácil.
Luego, despejé el piso, para poder trabajar mejor. Ahí había un racimo de unos plátanos que me dio mi mamá, del cual aprovechamos muchos, pero quedaron otros que ya no se podían usar. Así que a la basura.
Luego saqué los sartenes que estaban ahí en el piso también, que eran para desechar porque compramos nuevos. Al reciclaje.
Había una caja con jugos de mi hijo, así que los metí todos en la refrigeradora, y puse la caja con las demás cosas de reciclaje.
Ya con eso quedó despejado el piso.
Al despejar el piso, pude sacar una de las cajas plásticas que tengo en la parte inferior, que es donde guardo todos los granos y paquetes grandes de abarrotes: arroz, frijoles, café, sal, etc. Mi hijo acostumbra meter esos productos en esa caja, pero no los ordena, así que los ordené, e hice espacio para otros paquetes que andaban por los anaqueles:
De paso, aproveché para revisar los paquetes que había en la caja, y limpiarla por dentro y por fuera. Encontré este paquete de arroz a medio consumir (quedaba como una taza), pero al verlo detenidamente me di cuenta de que tenía algo feo, creo que son desechos de polillas (qué asco!!!), así que obviamente lo tiré.
Luego, seguí con estas dos canastas, que es donde guardamos las galletas, snacks para el colegio, y los cereales de desayuno. De nuevo, mi hijo guarda esas cosas ahí, pero sin acomodarlas. Así que saqué las galletas de sus paquetes, y las metí ordenaditas.
Al sacar lo que había en esas canastas, me di cuenta de que esta gran caja sólo tenía un paquete de galletas, así que fuera la caja, y la galleta a la canasta:
También encontré un pudín “Snack Pack” que, aunque todavía no caducaba, la verdad no se veía muy apetecible. Y ya que tenía varios meses de estar ahí guardado y nadie se lo comía, decidí tirarlo.
En el nivel superior a donde están las canastas de galletas, estaba esta azúcar glass, que, aunque estaba cerrada, ya tenía mucho tiempo de estar guardada y se veía granulosa. Además, revisé la fecha de caducidad, y el año se había borrado, así que fuera también. Mejor prevenir que lamentar.
Digamos que, a excepción de limpiar la caja de los granos, esto es lo que hago típicamente cada mes antes de ir a comprar, o al acomodar las compras. Pero esta vez, había que ir “más allá”.
Decidí revisar tooooodos los artículos que tenía en la despensa, y tal como lo había sospechado, había más cosas para botar.
Revisé esta caja de té, y al aplicarle la prueba del olfato (abrí un sobrecito y olía a polvo jajaja), me di cuenta de que ya era hora de tirarla. Lo mismo con esas bolsas de pan que están sobre el basurero. Todas con una o dos piezas, esas que ya nadie se come, y que van quedando. Talvez esto sólo pasa en mi casa. Pero bueno… casos de la vida real…
Además, decidí entrarle al área de la despensa que nuuuuunca reviso… más conocida como “el área de la derecha”. Sí, esa, a la que no le tomé foto, porque “estaba bien”… Mjmmmm…
En esa área mágicamente invisible, encontré un recipiente vacío (la lata de barquillos… por qué guarda uno esas cosas??), una canasta que tiene unos 7 años de no usarse, un papel seda/cebolla arrugado, un foco/bombillo malo, una caja vacía, y una libreta sin espacio, y que ya no se usaba para nada. Todo a la basura.
Más o menos en este punto, me di cuenta de que me había pasado de la hora, pero no me quise detener. Así que continué, y decidí tomar foto del tiempo al final, para ver cuánto me había tomado este proyectito.
Esas cosas fueron fáciles de desechar, ya que no eran útiles, ni tenían ningún significado especial. Pero también tomé decisiones fuertes, como en lo que respecta a esta lonchera. Esta loncherita fue la primera que usó mi hijo al ir al kinder pre-maternal, con apenas un año y medio. Recuerdo verlo entrar al kinder llevando esa lonchera casi pegando al piso, con paso inseguro, porque apenas se afianzaba al caminar, pero feliz, porque iba a jugar y a aprender. Pero bueno, nos sirvió por mucho tiempo, yo la usé muchos años para llevar mi almuerzo al trabajo, y llegó la hora de decirle adiós.
(Más acerca de cómo organizar objetos sentimentales en este artículo – dale click aquí)
Y pues, mientras andaba por “el área de la derecha”, decidí limpiar también el piso a fondo.
Ya en este punto, fue cuestión de agrupar las latas, acomodar las salsas en fila, consolidar y reacomodar lo demás en los mejores sitios. Y quedó así:
Izquierda, abajo:
Izquierda, al medio:
Izquierda, arriba:
Centro, abajo:
Centro, al centro:
Centro, arriba:
Derecha, abajo:
Derecha, arriba:
Y aquí, el “área de la derecha”, desde el otro extremo de la despensa:
Quedan pendientes para otro proyecto, la caja de las medicinas, y la de los limpiadores (abajo, a la par del basurero).
Cuando ya iba saliendo, antes de apagar la luz, noté el apagador…
Uuurggghhhh… por qué se ensucian tanto!!?
Así que una ligera limpiadita con el trapo que estaba usando, y aunque no quedó perfecto, quedó mejor que antes:
Tiempo total del proyecto? 2 horas. Antes de hacerlo, habría pensado que me tomaría unas 4-5 horas.
Valió la pena el esfuerzo! Ahora disfruto de mi alacena/despensa ordenada y bonita, cada vez que la abro.
Ahora te toca a ti
Ponte un proyecto, saca una o dos horas este fin de semana, y atácalo con muchas ganas. Luego, disfruta de tu trabajo cada vez que pases junto a esa área 🙂
Comenta: qué área te gustaría más organizar en tu hogar?