Para muchas personas, el cambio de año significa un inicio fresco, como un “cambio de libro”. Nos ponemos nuevas metas y nuevos propósitos para aprovechar mejor los siguientes 365 días, o en el caso del 2016, 366 días.
Uno de los propósitos más comunes para el nuevo año es “organizarnos”, “organizar la casa”, “organizar”…
Es un error proponer “Organizarme” como objetivo de Año Nuevo
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Por qué?
Porque al decir “Organizarme”, nos formamos la idea de que la organización es un “proyecto”, o sea, una tarea (o serie de tareas) con un principio y un final determinado.
Pero la organización no es un proyecto, no es algo que se comienza y se termina.
La organización es un proceso constante, es una manera de vivir.
La organización no es algo que inicio hoy y termino en tal fecha, y nunca más tendré que volverlo a hacer.
Veamos estos conceptos con un ejemplo:
Un ejemplo de proyecto es “construir una casa”. Se inicia la construcción, se terminan todos los detalles, y ya nunca más se tiene que volver a construir la casa. Se puede derrumbar y construir de nuevo, pero eso ya sería otra casa diferente. La misma casa no se vuelve a construir nunca más, se hace sólo una vez.
Un ejemplo de proceso es “limpiar la casa”. Con todo el dolor del alma, la casa hay que estar limpiándola una, y otra, y otra vez. Es un proceso continuo.
Ves la diferencia?
La organización es como la limpieza de la casa.
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La organización no es aquel gran desbarajuste que hacemos cuando sacamos toda la ropa del ropero y la tiramos por toda la sala y por el piso y de pronto es un caos, nadie se puede sentar, nadie puede pasar, y nos sale peor el remedio que la enfermedad.
La organización es una serie de pequeñas acciones que se realizan de manera continua.
De pronto un día nos probamos una blusa, vemos que no nos queda bien, o que tiene un agujerito, o una mancha, y de una vez la sacamos y la eliminamos.
O un día que estamos guardando las compras del supermercado, en lugar de tirar todo “como caiga”, le ponemos cariño al acomodo, y ordenamos las cosas de manera que queden visibles y bonitas. Ahí mismo, rápidamente, sin olvidar que estábamos guardando las compras y que tenemos que hacer la cena. Talvez no acomodemos la alacena completa, pero sí logramos arreglar las latas por ejemplo, o los paquetes de pasta. Y la siguiente ocasión hacemos otro poquito.
La organización se vuelve una realidad cuando me abstengo de comprar los zapatos nuevos, o el jarrón que está en oferta, el mueble nuevo, o el electrodoméstico que quería, porque no tengo espacio para guardarlo o dónde ponerlo. O cuando comprendo que antes de comprar algún objeto nuevo, primero tengo que eliminar otras cosas para hacerle espacio en la casa.
Nos volveremos más organizadas en el momento en que sensibilicemos los ojos y logremos “ver” el desorden, las cosas fuera de lugar, la basura, todas estas cosas que son evidentes para otras personas, pero que para nosotras se vuelven prácticamente imposibles de ver.
Entonces nos comenzará a “estorbar” el periódico de hace una semana, los zapatos tirados por toda la casa, el abrigo en el sofá, la ropa sin doblar, el recipiente de loción vacío que tiene un mes de estar en el baño y que nadie tira a la basura.
En lugar de ponernos como propósito de Año Nuevo “Organizarnos”, esforcémonos por hacer un cambio de mentalidad, abrir nuestros ojos a todas estas malas costumbres y malos hábitos que conforman eso que llamamos “desorden”, y que es tan fácil de eliminar. Con un poquito aquí, y otro allá, de manera continua, y realizando una o dos veces al año un esfuerzo más grande y más visible, lograremos lo que a veces parece un ideal inalcanzable: una casa más organizada.
Tenías “Organizarme” dentro de tus propósitos para el año que empieza? Cómo vas a replantear ese propósito?