Hace un par de días ataqué una de las pocas zonas de la cocina que todavía me falta por organizar: la gaveta de los utensilios de cocina.
Antes de comenzar se veía así:
Dios del Cielo…
Me encontré con ciertas cosas que no valía la pena guardar (o que más bien DABA PENA guardar):
Otros duplicados o triplicados, como este reposa-cucharas (si alguien sabe el nombre real de este “chunche”, por favor sáqueme de la ignorancia!):
De estos tenemos dos más: uno de acero inoxidable y otro de cerámica. Luego, mi esposito me dijo que a él le gustaba este blanco, entonces [suspiro…], de vuelta a la gaveta.
Y por último me encontré con la cucharita que usaba mi hijo cuando era bebé:
Me disculpan las fotos tan desenfocadas y oscuras, era de noche.
Con respecto a la cucharita, debo confesar que ahora viendo las fotos me dio nostalgia, y casi-casi me arrepiento de haberla botado. Pero bueno, es sólo una cuchara que aparte de que ahora nadie la necesita, ya vio mejores tiempos. El hule que la cubría estaba mordisqueado y manchado, y como decía El Chavo, “al cabo que ni quería” [inserte ojos llorosos aquí…. buuuaaaaaa!!..]
Bueno, listo, ya se fue.
Terminé sacando todo esto de la gaveta:
Ahora que lo pienso, en esta foto no está todo, porque también boté otras cosas. Pero háganse la idea.
Luego la limpié bien, le puse toallas de cocina en el fondo para protegerla de los rayones, y al final del “makeover” quedó así:
No estará inmaculada, pero al menos se ve menos caótica y ahora es más funcional. Y lo más importante, me siento FELIZ de haberla ordenado.
De nuevo, antes….
Después…
Aaaaahhhh…..