Nos fuimos desde miércoles al mediodía, y regresamos el domingo en la noche. Unas vacaciones bellísimas, aunque me pasé cocinando y casi no descansamos, pero es que había mucho que ver y que conocer. Aquí te dejo algunas fotos.
Fuimos mi mamá, mi padrastro, mi hermana, mi esposo, nuestro hijo y yo. Mi papá se quedó en la casa porque pues, no vamos a llevarlo a pasear con mi mamá y su esposo, comprensiblemente.
Así que bueno, ni modo, a trabajar se ha dicho.
Luego de limpiar las mesitas y barrer, comencé a pasar el trapeador (o palo de piso como le decimos aquí), y ya comencé a ver una diferencia en mi casita.
Aquí hay una foto donde te enseño la mitad limpia, y la otra mitad sin limpiar todavía. En la foto no se ve mucho, pero “en vivo” la diferencia era enooooorme…
Finalmente, la casa quedó habitable otra vez…
Como verás, no es perfecto, las sisas (rayitas) de mi cerámica se ven bastante negras, en realidad son blancas, pero no me importa. Lo importante es que quedó mucho mejor de lo que estaba, y ya no dan ganas de salir corriendo.
Talvez luego de ver estas fotos te hayan dado náuseas y puede que pienses que estoy reloca, que vivimos como animales, y que alguien con ese calibre de suciedad y desorden JAMÁS podría saber NADA de organización y limpieza.
Concuerdo contigo.
Pero aquí no se trata de mostrar una vida perfecta, una casa inmaculada, fotos profesionalmente compuestas e iluminadas. Porque la vida nunca es como en una foto, así que no te voy a engañar diciéndote que mi casa nunca se ensucia. JÁ!! QUÉ MÁS QUISIERA YO!
De lo que se trata aquí es de demostrar que, aunque la tarea frente a nosotras parezca imposible de realizar, con un poquito de esfuerzo se puede al menos mejorar. Y generalmente necesitamos menos esfuerzo del que nos imaginábamos.
De lo que se trata es de darnos cuenta que las rutinas y los hábitos diarios hacen la diferencia, y esa diferencia es muy grande.
Y de lo que se trata también es de darnos ánimos, y ver que ni yo ni tú estamos solas en esta lucha por ver nuestra casita más bonita, por llevarla con calma, por tener las cosas bajo control, un poquito más cada día.
Puede que en un primer momento no se vea perfecta, pero eso no importa.
Lo importante es seguir esforzándonos, porque nos lo merecemos.
Y si me preguntas, el paseo estuvo tan súper hermoso, que me iría otra vez para allá unos días, aunque a la vuelta me espere otro caos igual. Valió la pena!